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viernes, 25 de septiembre de 2009

La Compra


Ayer en Barcelona era fiesta, Nuestra Sra. de la Merced (Patrona de la Ciudad), y por tanto aprovechando un día de vacaciones, he podido montarme un "puente" que no me devolverá al trabajo hasta el próximo Lunes.No se si porqué las vacaciones todavía están cercanas y presentes, o por tratarse de una fiesta situada a pocos días de cobrar la nómina correspondiente (con lo cual el remanente en cuenta es exiguo), no he programado nada especial. En realidad es muy probable que dedique estos días a poner en orden mi casa, acometer aquellas tareas pendientes que siempre vamos dejando por no ser prioritarias o abandonarme a la molicie más absoluta, que de vez en cuando siempre viene bien.
De tal suerte que esta mañana he decidido acercarme a mi supermercado habitual para tranquilamente dedicarme, no solamente a comprar lo indispensable sino a tratar de abastecerme de distintos productos y artículos que me permitan tener un remanente amplio y así olvidarme de la logística casera durante unos días.
Independientemente de la compra, y el motivo de este "post", he percibido sensaciones muy distintas a las habituales en este mismo desempeño.Para empezar diré que normalmente me ocupo de pasar por el supermercado a la salida del trabajo y por tanto mi horario preferente está situado entre las 20:30 y las 21:00h. Hoy he trasladado esta tarea a las 11:00h. Solamente este detalle, nos transporta a un entorno totalmente distinto. El perfil del comprador es totalmente diferente, pues más o menos un 70% de las personas se podrían encajar en una horquilla muy concreta (mujer de entre 45 y 70 años). El volumen general de aforo ocupado es similar a la franja horaria en la que normalmente suelo comprar, pero la cadencia, el ritmo y la actitud de los compradores es mucho más pausado, mas relajado y tranquilo.Se puede apreciar, mucha más gente cotejando los productos, comprobando caducidades, ofertas y promociones. Las cajeras, ya sea por el vínculo diario con las clientas, ya sea por el ambiente en general más pausado del entorno, así como también por encontrarse en el primer tramo de la jornada laboral, parecen mas predispuestas, más atentas e incluso mantienen y provocan conversación a la hora de facturar y pagar las cuentas. En definitiva, nada que ver un mismo lugar y acción con mi experiencia habitual.
Normalmente a última hora ese mismo supermercado, presenta un número de clientes parecido, pero el perfil del comprador es totalmente distinto. En realidad como concepto general diría que la horquilla del perfil de edad se amplia por abajo dominando la franja de 25 a 40 años. El género se equipara y pierde toda relevancia y sobretodo el estado general del comprador es mucho más crispado, precipitado y errático. Es habitual ver choques entre carros, zigzagueos ansiosos entre clientes por prácticamente ganar la posición, al estilo del baloncesto, a la espera de que un comprador abandone un stand para acarrear el producto que queremos. Pequeñas discusiones en la cola de caja por si yo llegue antes o es que solo llevo un brick de leche y unas magdalenas y vd. un carro lleno, carreras a por aquel producto que nos acordamos es indispensable y nos lo hemos dejado, después de 10 minutos de cola, cuando casi ya nos tocaba etc... A todo esto las cajeras se convierten en verdaderos autómatas que ni hablan, ni miran ni se inmutan, a la espera de que llegue la hora de cerrar caja. Las entiendo, pero es desolador ver de vez en cuando algun sr. o sra mayor, con cara de despistado, cuando no asustado, atribularse con las cuentas y el cambio, sin recibir el soporte adecuado por parte de la cajera, mientras la cola, actuando como masa insensible, murmura mascullando entre dientes mil improperios que no hacen mas que provocar que aquel pobre personaje, desubicado en el tiempo (debió escoger la franja horaría de la mañana sin duda), se aturulle mas todavía y vea convertirse la experiencia de la compra diaria en la más vil de las torturas psicológicas, al constatar que sus facultades y este mundo de hoy no convergen en el mismo punto.
En definitiva que aún considerando obvio el caso, me ha hecho gracia comentarlo como ejemplo de como varía un mismo acto dependiendo de las circunstancias en que se realiza.

Sin más y con la nevera y la despensa bien pertrechadas, me despido hasta otra.




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